domingo, 26 de septiembre de 2010

EDITORIAL

En el decurso de cinco décadas la población civil Colombiana ha sido cruelmente victimizada por los grupos al margen de la ley, violentando el principio Internacional de distinción, involucrando a ciudadanos inocentes en la confrontación armada, frente a gobiernos que en el  pasado se han mostrado incapaces de proteger la vida honra y bienes de millones de colombianos, razón de peso para evidenciar responsabilidad del Estado por  la omisión cómplice que ha permitido la escalada sanguinaria de la criminalidad organizada.
En Colombia la constante política histórica, ha demostrado tratamientos flexos y permisivos para un sector de los victimarios con ausencia de garantías y derechos para las víctimas. Retrospectivamente conocemos leyes de punto final, amnistías, indultos, tratamientos de perdón y olvido, leyes con diminuentes  penológicas para el beneficio de los criminales, desconociendo la reconstrucción de la verdad y generando impunidad por falta de justicia y de reparación para los millones de víctimas. El tratamiento jurídico y político que se ha pretendido implementar a favor de las víctimas es insuficiente,  re victimizando a la población afectada. 
La victimología en nuestro país ha servido para nutrir de grandes réditos económicos y políticos  a victimólogos, idóneos en capitalizar jurídica, mediática y políticamente la situación deplorable de las víctimas, son pocos quienes verdaderamente realizan un trabajo desinteresado y humanitario en su favor. No es un secreto el poder que se ostenta  con el monopolio de las masas de víctimas, poder que ha sido capitalizado  para la táctica de la combinación de todas las formas de lucha por un sector ilegal dentro de la confrontación armada en Colombia. 
La condición de víctima y su dolor carece de trato diferencial por estratificación económica o social, categoría, sexo, creencia, raza, luego entonces  como verdad de apuño podemos afirmar, que el dolor de una madre, un padre o de un hijo no cambia ni varía de acuerdo al brazalete o uniforme del victimario y ese es precisamente el sentido y la dirección que debe darse a la defensa de los Derechos Humanos en Colombia, no como está sucediendo penosamente al utilizar sectores de víctimas para atacar política, jurídica, judicial y mediáticamente al opositor en la confrontación bélica. Se agrava la situación en la defensa de los Derechos Humanos en Colombia cuando advertimos como práctica consuetudinaria, la estrategia de muchos criminales partícipes y militantes comprometidos con la guerra, quienes se escudan detrás de supuestos roles como defensores de Derechos Humanos, obviamente con sus manos teñidas de sangre.  Estos mercenarios del dolor humano aterrorizaban a la población civil por medio de las armas utilizando su victimización  para causar terror generalizado, ahora las utilizan para blindarse jurídicamente, como negocio y como arma de guerra jurídica y política. Otra verdad de dominio público radica en advertir como muchos victimarios que murieron en su ley de sangre y de fuego  ahora son reivindicados jurídica, política y mediáticamente  como víctimas, mártires y pro hombres de la patria.
Así las cosas,  tenemos la obligación  de exaltar y dignificar la labor constante y abnegada de muchos defensores de Derechos Humanos y de muchas organizaciones de Derechos Humanos que mediante su veeduría y acciones,  imponen límites concretos a la escalada de violencia en la confrontación armada colombiana,  sin dejarse permear o filtrar como instrumentos parcializados  de actores o participantes de la guerra.
La ley al servicio de la sociedad, debe ser la piedra angular que  permita edificar una política de Paz y de reconciliación Nacional con igualdad de garantías para todos, entiéndase: guerrilleros, paramilitares y miembros de la fuerza pública, toda vez que la verdad, la justicia y la reparación  que todas las víctimas de Colombia necesitamos se llama, PAZ, CON SEGURIDAD Y JUSTICIA SOCIAL. Cualquier política criminal o tratamiento jurídico discriminatorio, que se aplique a los actores de la confrontación armada, desconociendo y excluyendo a otros, contribuye y consolida  la perpetuación de la guerra y la victimización eterna de la población civil colombiana. 

La paz se hace es con el enemigo y eso lo entendemos  las víctimas de la guerrilla sin ninguna duda, ni dificultad, pero una paz obtenida con dignidad, sin declinar en la defensa de la democracia y de sus instituciones, con garantías de no repetición de la violencia.


Por:  El Patriota

5 comentarios:

  1. Se nota que son miembros de la inteligencia del estado los que hacen este tipo de cosas, como juridicamente no son capaces de demostrar nada, caen en la calumnia.............que tristeza ver hasta donde llega la incompetencia....jajajaja

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  2. Por favor una editorial para el mundo sobre esto, ....http://www.elpais.com/articulo/cultura/Che/creador/revoluciones/elpepucul/20101025elpepucul_6/Tes

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  3. Idolatría al comunismo y al terrorismo por Dios!! llamen al expresidente Alvaro Uribe... http://www.dccomics.com/vertigo/graphic_novels/?gn=15267

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  4. Desde España deciros que no engañais a nadie, y que dejéis de criminalizar a ls defensores de los derechos humanos, que tanto os molestan para que podais sacar el carbón y seguir el juego lucrativo y especulativo que empezó el presidente Uribe y sigue con Santos, qué pena que un pais tan lindo tenga un gobierno tan corrupto. Dejad las armas y servid al pueblo.

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  5. http://img38.imagevenue.com/img.php?loc=loc290&image=607_mini_e1.jpg

    Mamasita

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